Blogger Template by Blogcrowds.

Capítulo XIX

Dos horas más tarde, Pet y Elena se encontraban ya en su apartamento. Eli se acababa de acostar en su cama cuando su madre entró en la habitación para darle las buenas noches.

– Mamá, Earl me ha dicho hoy que su padre es más importante que el mío porque va a ser el que va a pilotar el primer trasbordador que baje al planeta, y yo le he dicho que papa fue el primero en verlo y en descubrir a la gente que vive allí, y por eso es más importante, ¿verdad que sí?
– Cariño, nadie es más importante que nadie. Todos tenemos una misión que desempeñar en la nave. Si tu padre no hubiera descubierto ese planeta, lo hubiera hecho otro, y si el padre de Earl no fuese el primero en bajar, lo sería otro, y no pasaría nada.
» Lo verdaderamente importante es que cada uno desempeñemos la función que se nos ha encomendado, lo mejor posible, y que nos sintamos a gusto con lo que hacemos y con lo que somos, sin envidiar nada de nadie.
» Mira, esto me ha recordado una historia muy bonita sobre un pez. Te la contaré si me prometes dormirte después.
– Sí por favor, cuéntamela –exclamó ansiosa Eli.
– Bien, el cuento se llama “El pez que quiso volar” –empezó a relatar Elena–, y trata sobre un pececito que desde muy pequeño, veía a través del agua a los pájaros volar muy alto y perderse en la inmensidad del cielo. El los envidiaba y se preguntaba por qué no podría él también volar en vez de verse obligado todo el día a nadar y nadar sin poder salir del agua, cosa que le aburría mucho.
» Así que un buen día decidió que aprendería a volar; si los pájaros lo hacían, por qué no iba a poder hacerlo él que era más pequeño y pesaba menos. Desde ese día su único empeño era volar; se pasaba todo el tiempo dando pequeños saltos fuera del agua al mismo tiempo que agitaba sus pequeñas aletas con todas sus fuerzas. Los demás peces se apartaban de él porque lo veían como a un bicho raro así que nuestro pequeño pez estaba siempre solo; pero eso no le importaba, estaba demasiado ocupado en aprender a volar y no tenía tiempo para jugar con sus compañeros.
» Pasaron muchos años y el pececito se convirtió en un pez adulto, y seguía en su empeño de aprender a volar. Cada vez conseguía dar saltos más grandes fuera del agua y eso le motivaba aún más.
» Hasta que un buen día se produjo el milagro; saltó fuera del agua agitando sus aletas y se elevó por el aire cada vez más y más alto. ¡Estaba volando! No lo podía creer. En ese momento era la criatura más feliz de todo el universo.
» Quiso que los demás peces lo viesen para que se alegrasen con él, pero lo único que consiguió es que volviesen a rechazarlo y se alejasen aún más diciendo “qué se habrá creído ése; pensará que es mejor que nosotros porque sabe volar. A donde querrá ir”.
» Entonces vio un grupo de pájaros volando a lo lejos y pensó “ahora esos serán mis nuevos amigos; ellos me comprenderán”. Pero de nuevo se equivocó; cuando los pájaros le vieron venir, al no conocerlo, creyeron que podría ser una amenaza para ellos y huyeron a toda prisa. De nuevo se quedó solo.
» Al poco rato vio como se acercaba un gran pájaro y se alegró mucho de que alguien se le acercara por fin para ser su amigo. Como aquel medio era nuevo para él, no conocía los peligros que entrañaba ya que nadie se los había enseñado y no podía saber que aquel pájaro era en realidad un depredador, y cuando éste lo alcanzó, lo mató y se lo comió.
» El pececito se había pasado toda su vida solo, intentando hacer algo para lo que no había nacido. Al final lo logró, consiguió algo que nunca jamás nadie había conseguido antes, la gran proeza de que un pez volara. Pero en vez de alabanzas y reconocimiento, lo único que provocó su éxito fueron envidias, miedo, soledad y, por último, la muerte; todo por no conformarse con ser un pez como los demás.
» Si le mereció la pena o no todo ese sacrificio por conseguir su sueño, es algo que deberás de reflexionar tú solita. Hasta mañana cielo, que duermas bien.

0 comentarios:

Entrada más reciente Entrada antigua Inicio